Josep vive con esa intensidad que habita en el equilibrio entre la fortaleza de sus dones y la desilusión.
Siendo su fortaleza su conexión con lo esencial y más puro, con la naturaleza de la que se sabe parte y que considera como una unidad sin separaciones ni limitaciones, en constante comunicación y conexión consigo misma.
Lo que se traduce en Amor, por lo que simplemente es y por lo que es uno mismo, y lo que es el otro, seamos de donde seamos, nos lleguemos a conocer algún día o no.
Lo que se traduce en Bondad y Generosidad para actuar según este Amor que somos en esencia cuando somos capaces de olvidar todo lo que no somos, y de reconciliarnos y vivir en armonía con lo que realmente necesitamos.
Los animales son para él la representación de estas verdades tan sencillas y muchas veces difíciles de encontrar. Esa sabiduría que no requiere palabras ni pensamientos complejos, sólo sentir sin filtros como ellos saben hacer.
Siendo la desilusión la desesperanza que siente al ver que los valores y prioridades se distorsionan hasta ir en contra de nuestra naturaleza, haciéndonos daño a nosotros mismos, unos a otros y a nuestra casa. Una casa que será la de los que vengan después, y la disfrutarán o pagarán los platos rotos según nuestros aciertos y errores.
Sintiéndose a veces fuera de lugar al verse tan diferente a quienes hacen más ruido y parece que controlan nuestros destinos. Olvidándose momentáneamente a través de esta tristeza de que son precisamente personas como él las que pertenecen a este mundo y mantienen el equilibrio de todo, forjando una realidad que hace que no perdamos la esperanza en todo lo bueno que tenemos que vivir. Aunque a veces resistir sin perder tu esencia sea un trabajo demasiado duro, y necesitemos parar a descansar por el camino.
En sus trabajos deja también plasmado un pasado lleno de lecciones que no quiere que olvidemos. Es esta precisamente otra de sus cruzadas. Si olvidamos nuestra historia y no le damos valor a quién hemos sido, perdemos nuestros lazos y vagamos sin estar arraigados. Tratamos con injusticia a todas las personas que tanto lucharon por salir adelante y olvidamos su legado, su sabiduría. Negándoles su bienestar, porque su aportación no se debió a algo que pueda traducirse en la fabricación masiva de productos electrónicos o que quede registrado en una patente.
Lo que me lleva a la Gratitud, otra palabra que lo define. Hacia los demás, valorando el trabajo de un ebanista que hizo un perchero que compró en un rastro y supo ver que, como él dice, “detrás de las cosas hay personas”.
Hacia la naturaleza que le da sin haberle pedido nada a cambio. El agua, que no da por supuesto que le pertenece, sino que la bebe consciente y la utiliza para regar su jardín devolviendo al mundo con creces lo que se le ha dado, como en un ritual sagrado continuando el círculo que debe seguir en marcha para que todo funcione.
Con todo esto sigue adelante sin perder a su niño interior, el soñador que vuela mientras permanece anclado sin renegar de la dureza de sus experiencias que acepta sin quejas como parte de su historia y su sabiduría, sin que impida que siga dando lo mejor de sí mismo, que es su don y su regalo al mundo, su coherencia, lo que mantiene el equilibrio para él, su amada naturaleza, los animales con los que ha compartido su vida y sus vicisitudes (las de ambos), y para todo aquel que sepa verlo, aceptarlo y apreciarlo.
– Roberto San José Carbajo.